miércoles, 27 de agosto de 2008

No se puede ir a Escocia...

... sin ver de nuevo Trainspotting, la película de culto que filmó Danny Boyle en 1996, basándose en la novela homónima de Irvine Welsh. Hay que considerarla el reverso antiheroico de Braveheart: frente a la épica nacional de un William Wallace, sólo queda en el presente la sordidez narcótica de Mark Renton y su pandilla, cuyo orgullo patrio digamos que se ha debilitado: "Es una mierda ser escocés, somos lo más bajo de entre lo más bajo, la escoria de la puta tierra".

Trainspotting no sólo marcó un hito en la historia del cine por sus modos directos, su estética peculiar y sus singularidades narrativas. Otro de sus logros fue una banda sonora que rescataba grandes canciones, y que popularizó el tema asociado por antonomasia a la película: Born Slippy, de Underworld. Se trata de una composición rotunda, enigmática, obsesiva, que sonó mucho en las pistas de baile durante aquel vibrante curso 96-97 (la recuerdo de fondo todos los sábados por la noche en el Inn de la calle Hilarión Eslava, mientras pedíamos vodka-limón a una camarera rusa que se llamaba Natacha).

Buen viaje para los que se van a Escocia. Buen viaje para los que se van al centro de la noche.

F.J.E.

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