viernes, 29 de agosto de 2008

Mamíferos somos


Me baso en una cantidad quizá no suficiente de datos, pero por lo poco que he podido ver y leer de Bloodhound Gang -estilo, letras, actitudes-, creo que el grupo está formado por la clase de cretinos que no me interesa en absoluto. Ese cretinismo constitutivo se echa de ver en el videoclip de Bad Touch, que por otra parte es un magnífico tema muy radiado y pinchado en su momento (1999), cuando estaba a punto de acabar un milenio y empezar otro.

Milenio más, milenio menos, hay cosas que no cambian. Primate y hombre, mamíferos somos, así que venga, chavala, ¡uh, uh!, vamos a hacerlo igual que lo hacen en el Discovery Channel. Perdón por la maledicencia, pero al ver las caras de los miembros del grupo uno se pregunta si era realmente necesario cubrirse con el traje de felpa y usar las orejas postizas de goma para asemejarse a nuestros primos evolutivos. En cualquier caso, la canción fue un merecido exitazo que se mantuvo durante un mes (de finales de enero a finales de febrero de 2000) en el número 1 de las listas de los Estados Unidos.

F.J.E.

jueves, 28 de agosto de 2008

Altamente pegadizas

Se advierte a quien esta entrada leyere, y sobre todo escuchare, que las canciones aquí incluidas son altamente pegadizas. Peor aún, son pegajosas y adherentes a más no poder. Por lo tanto, se recomienda un consumo responsable y moderado, en audiciones únicas y espaciadas en el tiempo, pues de lo contrario será inevitable un tarareo continuo de sus notas, en detrimento de cualquier otra actividad psíquica, que quedará imposibilitada.

1995. Llega al número 1 de las listas en España, Austria, Finlandia, México y Lituania una de las canciones con el título más directo e imperativo que pensarse pueda: Shut Up (And Sleep With Me). Su autor es Sebastian Roth, que ha pasado a la historia musical como Sin With Sebastian. Es decir, en el nombre ya llevaba la incitación a la lujuria. El videoclip es de un colorido orgiástico y kitsch, con estética de serigrafía de Warhol más una buena dosis de ambigüedad hortera. Cuidado con el estribillo -y no me refiero al contenido moral-, porque es de los que pegan fuerte en las neuronas. Los coros operísticos que se marca la rubia de peluca, que uno ve muy lynchiana (pero uno acaba viendo a Lynch por todas partes) añaden un lirismo impagable a la canción.

1997. No menos petardeo multicolor y sentido lúdico hay en nuestro tema siguiente, Barbie Girl, de Aqua. En este caso estamos ante un grupo formado por tres daneses y una noruega, que se casó con uno de los ellos, y hoy tienen dos hijos. El elegido fue Sören, el rubio cuyo peinado se parece al Sputnik en el videoclip. Aunque más recatado en apariencia que el de Shut Up, hay también una considerable carga sexual latente en Barbie y Ken. El contraste entre la voz aniñada y el tono de macho brutote, respectivamente, siempre me ha hecho sospechar que sobre esta canción tan ingenua planeaba la sombra del estupro. Por cierto, los de Mattel demandaron al grupo por usar el nombre de la muñeca sin su permiso. Desagradecidos...

1998. Otro clásico del momento, con el que bailamos (ejem, nos movimos a su ritmo) hasta la saciedad, fue Up & Down, de los holandeses Vengaboys. Este grupo era la quintaesencia del espíritu fiestero, con temas tan celebrados también como Boom, Boom, Boom, Boom! o We're Going to Ibiza (tan lejanos en todos los aspectos a los de Leonard Cohen, por ejemplo). En el videoclip de la canción aquí seleccionada, la vocalista Kim Sassabone nos deleita con una interesantísima sesión de aerobic. Nuevamente colores chillones y sobreactuación histriónica (pero cuánto se echan en falta estos elementos entre tanta ramplonería sin gracia de hoy). Tres apreciaciones personales: una, las jamonas de la peluquería representan la cruda realidad; dos, el mordisco en la bota de la Sassabone perturba; tres, el japonés pesado como que sobra, pero bueno.

Del mismo año 1998 es una de mis preferidas: Surrender, de The Soundlovers. En este caso el grupo es italiano, pero pone la voz solista la holandesa Nathalie Aarts. Cuidado con las notas iniciales de la canción, porque también son de las que se quedan incrustadas en las circunvoluciones del cerebro durante un buen rato. Salir un sábado de fiesta y despertarse el domingo con el 'Pipipipi pipipi pi-pi-pi pi-pi-pi' en la cabeza era todo uno. Qué buena música y qué buenos recuerdos. (En este caso no hay videoclip disponible. Echamos mano de lo que ofrece YouTube.)

Por último, una de 1999, Tell Me Why, de los también italianos hermanos Prezioso y Alessandro Moschini (Prezioso feat. Marvin). Fue su primer single, y probablemente su mayor éxito. Mucha precaución con el estribillo, porque el vaivén del 'whYyYyYy you want love? / whYyYyYy my love?', aunque al principio parezca que no, es de los que se contagian. Tampoco es inocuo el fraseo un poco autómata de las estrofas, ni el sincopado electrónico que las precede. Allá va...

F.J.E.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Por las Highlands escocesas

Cualquier turista que se precie que quiera conocer Escocia debe seguir una serie de imperativos. En primer lugar, organizar él mismo el viaje, vuelos y hoteles incluidos. En segundo lugar, alquilar un coche conforme llega al aeropuerto de Edimburgo. Tercero, dirigirse inmediatamente al Norte, a las Highlands. Y por último, y de lo más crítico, elaborarse una banda sonora para escuchar en el coche que esté a la altura de estas tierras altas.

Yo así lo he hecho y la verdad que no he tenido mucho problema en encontrar grupos y artistas escoceses. No faltan los himnos escoceses -Flower Of Scotland y Scotland The Brave que representan a Escocia en diferentes juegos- y música de gaita, conocida allí como pibroch. También están presentes grupos de rock alternativo, como los originales The Jesus & Mary Chain, creadores del noisy pop allá por 1985, género musical caracterizado por introducir ruido de fondo en un contexto pop.

No pueden tampoco faltar bandas de Britpop, como los ampliamente reconocidos y varias veces galardonados Travis. También están presentes temas de bandas sonoras de películas representativas de Escocia, como el Born Slippy de Trainspotting, el rock sinfónico de Queen en Highlander -Los Inmortales-, o las baladas de Braveheart y Rob Roy. Las guitarras de Mark Knopfler y su banda Dire Straits también animarán la carretera.

Por supuesto, y teniendo en cuenta el blog en el que estamos, lo que más abunda es el synth-pop -de música dance los escoceses, poco, a excepción quizás de Franz Ferdinand-. Grupos como Deacon Blue y su maravilloso Real Gone Kid, Endgames y Aztec Camera pondrán el toque ochentero electrónico necesario para este viaje.

Estamos ya llegando a las cumbres más altas, y allí deben sonar las grandes bandas escocesas: los delicados y elegantes temas de Texas, la voz sobrenatural de Midge Ure -escocés líder de la banda británica Ultravox y componente del pionero grupo de technopop Visage-, la magia de Annie Lennox y su formación inglesa Eurythmics y, en lo alto de la cima, posiblemente la banda escocesa más famosa, los exquisitos Simple Minds.

Sí, mañana marcho para Escocia. Pero no os olvidéis de mí, porque volveré.


R.O.C.

No se puede ir a Escocia...

... sin ver de nuevo Trainspotting, la película de culto que filmó Danny Boyle en 1996, basándose en la novela homónima de Irvine Welsh. Hay que considerarla el reverso antiheroico de Braveheart: frente a la épica nacional de un William Wallace, sólo queda en el presente la sordidez narcótica de Mark Renton y su pandilla, cuyo orgullo patrio digamos que se ha debilitado: "Es una mierda ser escocés, somos lo más bajo de entre lo más bajo, la escoria de la puta tierra".

Trainspotting no sólo marcó un hito en la historia del cine por sus modos directos, su estética peculiar y sus singularidades narrativas. Otro de sus logros fue una banda sonora que rescataba grandes canciones, y que popularizó el tema asociado por antonomasia a la película: Born Slippy, de Underworld. Se trata de una composición rotunda, enigmática, obsesiva, que sonó mucho en las pistas de baile durante aquel vibrante curso 96-97 (la recuerdo de fondo todos los sábados por la noche en el Inn de la calle Hilarión Eslava, mientras pedíamos vodka-limón a una camarera rusa que se llamaba Natacha).

Buen viaje para los que se van a Escocia. Buen viaje para los que se van al centro de la noche.

F.J.E.

martes, 26 de agosto de 2008

Techno-pop noruego

Si hay un grupo que destacó en el panorama musical noruego del synth-pop de los 80 no es otro que A-ha, el trío originario de Oslo que ha vendido más de 40 millones de copias de sus singles a lo largo de sus 25 años de carrera recién cumplidos, con la excepción de un corta separación de 1994 a 1998.

La formación inició sus andaduras allá por 1983, dando rápidamente un salto a Inglaterra en un billete de avión sólo de ida que les llevó al éxito con su álbum debut Hunting High And Low, 1985. Este álbum recoge sus temas más conocidos y de mayor calidad. Prueba de ello son estos dos vídeos plagados de viñetas de cómic: la electrizante Train Of Thought con su potente sintetizador -donde el vocalista parece salido de la película de Marlon Brando Un Tranvía Llamado Deseo-, y la poderosa, mágica, arrebatadora y celestial, casi divina, The Sun Always Shines On TV, espléndido vídeo rodado en una catedral abandonada de Londres y que les valió dos premios MTV y más de 5 millones de copias vendidas del single.

El grupo seguiría componiendo temas de indudable calidad, como la intimista Stay On These Roads y la cinematráfica The Living Daylights, utilizada en la película homónima de James Bond protagonizada por Timothy Dalton en 1987.

Pero sin duda el tema más conocido del grupo, el que les lanzó a la fama, aquél que vendió él solito la escalofriante cifra de 9 millones de copias, uno de los temas ochenteros por excelencia, es su primer single. ¿Quién no ha cantando cientos de veces a pleno pulmón, melancólica víctima de un frenesí exacerbado, aquello de "Take oooon meeee / Take meeee oooon"?

R.O.C.

lunes, 25 de agosto de 2008

Matando el tiempo

Ahora que estamos casi finalizando el verano y que todavía no he disfrutado mis vacaciones me doy cuenta que una de las cosas que más añoro de los 90 –en mi época de estudiante– es, aparte de la fabulosa música dance de aquellos años, la práctica de ese hobby necesario para el ser humano: matar el tiempo.

Era para mi otra época, más de tres meses de vacaciones de verano en los que daba tiempo para todo, incluso para aburrirse, muy diferente a la situación actual del españolito currante, con sus raquíticos 22 días no laborables al año que no da ni para desconectar, y mucho menos para matar el tiempo.

Sí, desearía recuperar lo que nos propone –en otra clave- Tina Cousins en su fantástico single del 97: Killin’ Time.

R.O.C.


sábado, 23 de agosto de 2008

Wolfsheim: gorriones a un lado, ruiseñores al otro

Alemania ha producido muchos y buenos grupos de synth pop, y no pocos tienen un interesante trasfondo intelectual. Uno de ellos es Wolfsheim, cuyo nombre procede de un personaje de la novela de Scott Fitgerald The great Gatsby.

El dúo formado por Peter Heppner y Markus Reinhardt se dio a conocer en 1991 con el sencillo The Sparrows And The Nightingales, un tema poderoso, envolvente, al que no falta esa mezcla tan germánica de oscuridad y ritmo imperioso, casi castrense.

El estribillo es solemne como una cosmogonía, y la música que lo acompaña tampoco es que permita frivolizar al respecto. 'And God is on your side / dividing sparrows from the nigthingales / watching all the time / dividing water from the burning fire... inside'.



No me resisto a dejar también constancia de otro hermoso tema de Wolfsheim, éste en alemán, de 1999: Künstliche Welten. Para quienes pueden disfrutarlo en su idioma original, aquí dejo la letra de la primera estrofa: 'Ich komm' zu dir / halt' deine Hand / wir gehen gemeinsam durch dies' wunderbare Land / das ich für dich erfand / mit mathematischem Verstand'. Otra vez creando mundos, bellos mundos sonoros.


F.J.E.

jueves, 21 de agosto de 2008

Soñemos

Soñemos con una melodía sugerente, de cadenciosos ritmos electrónicos. Soñemos con una canción que, sin darnos cuenta, nos induce un balanceo delicado durante los cinco minutos que dura. Soñemos que su videoclip no es más que una desnudez luminosa y pura. Soñemos que flotando en un vacío celestial hay cuerpos despojados de todo atuendo, vestidos sólo con la tersura de sus voces. Soñemos que entre tanta placidez se desata el frenesí de un solitario saxofón. Soñemos que una dulce armonía nos envuelve. Sweet Harmony. The Beloved. 1993. Soñemos.

F.J.E.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Con Sade al paraíso

No, no nos estamos refiriendo a aquel personaje abyecto del siglo XVIII. Apuntamos a ese grupo británico iniciado en los 80s, que adopta su nombre de la bella vocalista de origen nigeriano Helen Folasade Adu, Sade Adu de forma abreviada.

Su música es difícilmente clasificable. Con elementos de R&B, soul, jazz, funk, y ligeros toques de rock en algunos de sus temas, la música que Sade compone va más allá de la música chill out. Sonidos enigmáticos, románticos, envolventes y, como no, electrónicos.

Su primer album, Diamond Life, ganó allá por 1985 un Premio BRIT al Mejor Álbum. No en vano incluye su mayor éxito, Smooth Operator, un claro exponente de su particular estilo. Pero también recoge otros éxitos como Your Love Is King o una de mis favoritas, Hang On To Your Love, con una melodía que te atrapa y te seduce. Más adelante publicaría en 1988 un single que es una pequeña joya, número 1 en las listas estadounidenses de R&B. Se trata de Paradise, canción que podemos ahora escuchar en una actuación en directo de 1994.

Sí, música ideal para una velada romántica, que sugiere y crea ambiente, un clima cálido y angelical, pero que no pasa desapercibida. La voz extraterrenal de Sade Adu está allí, acercándote a las estrellas. Si el Paraíso existe, ya sé qué música estará sonando.

R.O.C.

Anotación sobre el espíritu de los noventa y la música 'dance'

Siempre es interesante preguntarse por las relaciones entre causas y efectos, aunque no ejerza uno de filósofo y mucho menos de científico. Dado que la cultura de masas no sólo está al alcance de todos sino que incluso nos constituye, y puesto que este blog está dedicado a una de sus manifestaciones concretas, me gustaría apuntar aquí una brevísima reflexión sobre el espíritu de la última década del siglo XX, para intentar comprender algo mejor el porqué de su música de baile.

Si algo caracteriza a los noventa es el optimismo. Echando la vista atrás, se nos presenta como un paréntesis de calma encajado entre dos turbulencias históricas con sendas caídas: la del Muro de Berlín en 1989, que pone fin a la Guerra Fría, y la de las Torres Gemelas en 2001, que da lugar a un nuevo periodo de incertidumbres. Esa conciencia de placidez histórica aparece reflejada en el título de un famoso ensayo del economista Joseph Stiglitz: Los felices noventa.

Sí. Excepción hecha de empañamientos ocasionales, los noventa fueron básicamente felices. No hubo grandes conflictos a nivel internacional; la economía, una vez superado el bache de comienzos de la década, creció a ritmos inauditos; en los últimos noventa se difundió la telefonía móvil y el acceso a Internet. A todo esto hay que añadir un factor generacional: quienes nacimos a finales de los setenta estábamos en pleno apogeo de nuestra juventud rampante. Conforme al espíritu del momento, éramos básicamente felices.

Con mucho tiempo disponible por ser todavía estudiantes, con un poder adquisitivo más que aceptable para nuestra edad, comparado con el de la generación anterior -aunque, eso sí, bastante parasitario del bolsillo de papá- y sin un euro aún que nos gravase las copas mediante el insufrible redondeo, nos lanzamos a gozar sin remilgos de la noche. Queríamos una música que pusiera ritmo a nuestra adolescencia, y no buscábamos en ella otro mensaje que la ratificación del hedonismo en el que éramos expertos.

Para satisfacer esa demanda, los pubs y discotecas atronaban con canciones muy bailables que nos decían: "no, no hay límites", o "éste es el ritmo de la noche", o "vivimos tiempos misteriosos", o que nos llevaban a Ecuador, o a cualquier otro lugar sin necesidad de abandonar la pista. La música 'dance' de los noventa hay que entenderla en su contexto, cuando el mundo era más despreocupado y nosotros, acaso, más ingenuos. Ahora el mundo no es el mismo, y nosotros también hemos cambiado.

F.J.E.

martes, 19 de agosto de 2008

Eurodance, prueba final

Inmersos todavía en las pruebas olímpicas, nos dirigimos a la prueba final del 'Eurodance de los 90', categoría musical en la que compiten grandes clásicos. Como si de una final de 100 metros lisos se tratara, los 8 temas elegidos se preparan a partir en la última carrera que decidirá quién reina en el Olimpo de la música dance de la pasada década.

Calle 1-
Ritmo de la Noche de Mystic
Calle 2- Come Into My Life de Gala
Calle 3- Bailando de Paradisio
Calle 4- Stay de Sash!
Calle 5- Please Don't Go de Double You
Calle 6- The Rhythm Of The Night de Corona
Calle 7- Jump For Joy de 2 Unlimited
Calle 8- What Is Love de Haddaway

Se trata de una final muy igualada, no hay un Usain Bolt que destroce a sus rivales. En realidad no hay ganador absoluto. A este nivel el mejor tema dependerá, como siempre, de cada uno, su gusto personal conjugado con sus recuerdos, sus momentos vividos en aquella gloriosa década del dance. Cada asistente a esta gran final presenciará una carrera diferente.

Habrá algunos que verán triunfar los ritmos playeros y desenfadados del Ritmo de la Noche de Mystic, un tema que dispara tus sentidos y te empuja a la pista de baile o a las fina arena de playa; o su homólogo The Rhythm Of The Night de Corona, cuya cara visible era la brasileña Olga de Souza pero lo interpretaba otra mujer, Jenny B.; o quizás podría triunfar el tema juvenil e inocente, diecisieteañero, del grupo belga Paradisio curiosamente cantado por una española, María García, allá por 1997, en un vídeo musical lleno de luz y color, el optimismo y energía propios de esa edad, hasta que cae la noche...

Otros, sin embargo, quizás vean adelantarse y llegar antes a la meta a temas que desprenden estilo, impregnados de romanticismo, como el mágico What Is Love del cantante de color con inmejorable planta y mejor baile, Haddaway, en uno de los mejores vídeos dance de los 90, plagado de irresistibles vampiresas, oscuridad, sensualidad, e incluso vicio. También destacan por su estilismo el Come Into My Life de Gala Rizzato -qué decir de esta preciosa milanesa enamorada del arte y del flamenco como lo atestigua el video de la canción que rodó con Rafael Amargo- que acaba de volver recientemente al panorama musical con un nuevo disco pero con no tanta fortuna como tuvo entonces allá por 1997; y el tema extraordinariamente romántico Please Don't Go de Double You, que logró un enorme éxito internacional en 1992 con esta versión de la canción disco del 79 de KC and The Sunshine Band.

Habrá quién perciba como ganadora la canción con más energía, aquella que te invita a saltar sin límites, de los holandeses 2 Unlimited, aunque también podrían estar en la final sus otros temas no menos enérgicos: No Limit y Tribal Dance.

En mi caso vi ganadora, por muy poco, a una canción que aúna la fuerza de los temas de este último dúo con la elegancia y el romanticismo de los anteriores. Una fusión perfecta que me pone la piel de gallina cada vez que la escucho. Que me lleva al cielo. Stay de Sash!

R.O.C.

Den Harrow en su cabaret electrónico




Den Harrow es el nombre artístico que Stefano Zandri adoptó por su semejanza en italiano con la palabra "denaro" ("dinero"). Aquí tenemos una primera analogía con Liza Minelli, que en la película Cabaret, de Bob Fosse, cantaba aquello de 'Money makes the world go round, the world go round, the world go round...'.

Además, en esta interpretación de A Taste of Love -su segundo single, de 1983-, destaca el uso de la silla como elemento de apoyo para la puesta en escena, sin que falten asimismo gestos de sensualidad -presuntamente- provocadora (tan distinta, por otra parte, de la de Liza Minelli en Mein Herr).



Eran los ochenta, no los lejanos treinta, y la estética había cambiado -scratch al comienzo de la canción, sonido electrónico, escenario colorista-, pero quizá el espíritu latente de provocación no fuese tan distinto. (A quien no haya pasado desapercibido el impúdico play-back: Den Harrow no cantaba sus temas, sino que otros intérpretes le prestaban sus voces. Aquí escuchamos la de Chuck Rolando.)

F.J.E.

Azul y Negro, los pioneros en España

Para hablar de la música electrónica que se hacía durante los 80 en nuestro país, hay que hacer dos cosas: retirarle al techno-pop esa "h" extranjerizante -como si pusiéramos en el sintetizador una pegatina con el toro de Osborne- y referirse necesariamente a los pioneros de este estilo: Carlos García Vaso y Joaquín Montoya. El dúo Azul y Negro, nombre tomado de los colores de la camiseta que luce el Ínter de Milán.

Si tuviéramos que elegir los tres temas con los que Azul y Negro ha pasado a la historia, no habría duda en la selección. Los tres fueron compuestos, además, en un mismo periodo de tiempo. Durante quince días de mayo de 1982, sonó todas las tardes por televisión en nuestros hogares Me Estoy Volviendo Loco, sintonía oficial de la vuelta ciclista a España. Pocas canciones tan acordes con el ritmo circular del pedaleo como ésta, que deberían escuchar como incentivo quienes compraron una bicicleta estática y la dejaron por imposible en el trastero.

A principios de 1983 se publica La Noche, que contiene otras dos joyas musicales de la época. La canción que da título al álbum alcanzó un gran éxito nacional e internacional: se vendieron 25.000 copias del maxisingle en el Reino Unido.

Al mismo álbum pertenece No Tengo Tiempo, que sirvió de sintonía para la vuelta ciclista a España en 1983. Cuando tengo tiempo, no puedo dejar de escucharlo.

F.J.E.

lunes, 18 de agosto de 2008

'Self Control', oro olímpico

En pleno apogeo de las Olimpiadas no podía faltar nuestro pódium particular en la categoría musical "Techno-Pop de los 80", uno de los dos grandes bloques de este blog recién inaugurado, conformado por tres auténticos titanes en general injustamente desconocidos:

Oro: Self Control de Raf

Plata: Send Me An Angel '89 de Real Life

Bronce: Forever Young de Alphaville

El oro se lo lleva Self Control, obra del italiano Raf, joya musical del 84 ampliamente versionada, primero por la famosa cantante americana Laura Branigan en ese mismo año y recientemente por el grupo danés Infernal y la española Soraya Arnelas, ambas grandes versiones dance de la original. Escuchar esta canción es transportarse de inmediato a los misterios de la noche, donde todo es posible. Tema nocturno por excelencia, un himno para todos aquellos que consideran cada noche como una aventura, una forma de vida, resumida en su exquisita letra que nos habla de que "in the day nothing matters, it's the night time that flatters".

Con medalla de plata, Send Me An Angel '89 de los australianos Real Life, una versión más electrónica de la original del 83 que nos envuelve y acaricia con unos tonos melódicos y angelicales, pureza de sonidos que nos traslada a un mundo irreal, toda una plegaria al cielo.

Completa el podio el himno por antonomasia a la juventud, la esta sí famosa Forever Young de los alemanes Alphaville, auténticos virtuosos del sintetizador. Una oda a una forma de vida, una forma de pensar, una forma de ser: ¡siempre jóvenes!

R.O.C.

De entrada, N-Trance

N-Trance -nombre que, con su juego fonético, me sirve para dar "entrada" a este blog- obtuvo un gran éxito en 1996 con Electronic Pleasure. Su vocalista, Kelly Llorenna, hace saltar virutas de fuego cuando la potencia de su voz entra en contacto con las ráfagas de sonido electrónico que la envuelven. Un placer.

F.J.E.